martes, 7 de julio de 2009

Renato


Renato amanece sin dormir y detrás de un vidrio empeñado se deja morir.
Le duele la vida, le pesa el destino. Se empeña en buscar mariposas debajo del río.
Una señora de tacos rojos pasa por su puerta, él escupe los zapatos y se acuesta.
Se deposita en una alfombra de vinilo y observa como el sol se vuelve escarcha en un trino.
Cesar g. Dominguez

RENATO, EL ETERNO PECADOR
DE GONZALO VELIZ, SOBRE TEXTOS DE ALEJANDRO URDAPILLETA

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